CÓMO RESPONDER CUANDO TU HIJO SE COMPORTA DE UNA FORMA IRRESPETUOSA.
- On 27 diciembre, 2016
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Estás en el parque con tu hijo, la hora de juego ha finalizado, es el momento de volver a casa. Le avisaste con los 5 minutos de rigor. Esperas que todo vaya bien.
De repente sucede lo que tantas veces… Tu hijo responde:
«No! No me quiero ir! Nunca me dejas pasarlo bien!!»
Sientes como te vas enfadando progresivamente, el enfado aumentando dentro de ti, y le gritas de vuelta, «Cómo te atreves a hablarme así!!»
Él continúa, «Ni siquiera me has traído la merienda que te pedí! ¡Eres la peor mamá del mundo!!»
Ahora estás furiosa, «Eso es, ¡Castigado sin tele toda la semana!»
La espiral aumenta. Le acabas metiendo de mala manera en el coche, dando patadas, gritando. Le juras que nunca más va a volver a ir a jugar al parque ni a casa de ningún amiguito.
LAS FALTAS DE RESPETO NO ESTÁN BIEN
Este tipo de faltas de respeto son comunes en muchos niños. Definitivamente, debemos enseñarles a tratar a los demás con respeto y amabilidad, y enseñarles alguna otra forma de expresar sus emociones. Desafortunadamente, no podemos enseñarles a ser respetuosos cuando nosotros estamos enfadados o lo están ellos.
Todos los padres quieren saber cómo manejar este tipo de conductas en «caliente». Nos enfurece mucho que nos falten al respeto. Pero cuando nuestros hijos están enfadados, la parte responsable de «pensar» en su cerebro, no está disponible. Están en modo supervivencia, o lo que también podríamos llamar, en modo de «lucha o huída».
Además, no podemos enseñarles a ser respetuosos atemorizándoles, ni tratándoles nosotros a ellos sin respeto.
Si su comportamiento irrespetuoso te dispara, tu cerebro también está en modo SUPERVIVENCIA. Tus respuestas por tanto también irán cargadas de enfado, y le gritarás o castigarás, ó tu cerebro se bloqueará también y finalmente abandonarás la lucha.
¿HAY ALGUNA OTRA FORMA DE MANEJARLO?
Si sientes mucha presión para castigarle o gritarle en ese momento, aquí van varias ideas de alternativas que puedes probar:
- 1. Mantén la calma: ¿Te resulta imposible? No es fácil mantenerse frío cuando nuestros hijos se comportan de esta forma maleducada. Si se encuentran de frente con nuestra falta de respeto también, les enviamos un mensaje erróneo. Modela su conducta de auto-regulación tomando una respiración profunda, contando hasta 20 y repitiéndote por dentro «Esto no es una emergencia».
- 2. Descodifica su comportamiento: Intenta mirar las cosas desde la perspectiva del niño. ¿Le pillé con la guardia bajada?, lo que le pedí ¿Le resultaba muy inconveniente en ese momento?, ¿Se sintió indefenso?. Sus respuestas son un reflejo de lo que sienten por dentro. Desafortunadamente, en esos momentos, no pueden expresarlo con palabras.
- 3. Intenta empatizar con él: Ayúdale a entender sus emociones con una respuesta empática, «Parece injusto que nos tengamos que ir ya» o «entiendo que te resulta difícil tener que irte en un momento en el que lo estás pasando tan bien!» No tenemos porqué estar de acuerdo con su emoción en ese momento, pero simplemente intentamos enseñarle a relacionar lo que siente con lo que le ha sucedido.
- 4. Chequea qué hora es: Algunos niños sufren bajadas de azúcar en sangre, hambre o sed. Otros son muy sensibles a los estímulos ambientales (exceso de ruido…) o a no dormir lo suficiente. ¿Ha pasado mucho rato desde que tu hijo comió por última vez?, ¿Puede necesitar beber agua?, ¿Puede necesitar un descanso de un ambiente demasiado agitado y ruidoso?. Ofrécele sin amenazas, «¿Me voy a tomar una galleta o un poco de agua, te gustaría a ti también?», ó «Hemos pasado una tarde muy ruidosa y con mucho ajetreo, vamos a casa a tranquilizarnos un poquito y luego hablamos».
- 5. Baja el ritmo: Es muy fácil verse arrastrado por el enfado, la frustración y nuestras propias emociones. En vez de reaccionar impulsivamente y responder criticándole o quejándote de lo que te recrimina en ese momento, intenta echar el freno, «Guau! Parece mucha información toda a la vez. Me gustaría escucharte, pero estás hablando muy rápido. Vamos a calmarnos para que pueda entender lo que me estás intentando decir».
- 6. Déjalo ir: A veces es mejor no responder en ese momento, sobre todo si tu hijo tiene hambre, está cansado o está en modo SUPERVIVENCIA, o si tú no puedes controlar responderle sarcásticamente, enfadada o de una forma irrespetuosa también. No tienes que ignorar esa conducta para siempre. Cuando los dos estéis calmados, podéis hablar sobre cómo lo puede hacer o decir de otra forma más amable la próxima vez, cómo te puede comunicar su malestar sin necesidad de patadas, gritos…
- 7. Conecta con él: Si tu hijo se está portando mal, lo último que se te pasa por la cabeza es abrazarle. Sin embargo, ¡muchos niños lo que necesitan precisamente, en ese momento, es conexión!. Si eres capaz de mantenerte sin reactividad y no subirte al tren del enfado y los gritos tú también, quizá puedas ver lo que le está doliendo a tu hijo y cómo necesita apoyo. A veces un abrazo es más efectivo que una respuesta verbal.
DEJA PARA LUEGO EL APRENDIZAJE O EL INTENTAR ENSEÑARLE A HACERLO BIEN
Esperar o retrasar tu respuesta no significa que seas un mal padre o madre, ni significa que te parezca bien su comportamiento irrespetuoso. Significa que estás esperando hasta que tu cerebro y el de tu hijo, sean capaces de recibir información y procesarla sin ser desagradables, sin enfados y sin faltas de respeto.
-Cuando te sientas preparado para hablar, puedes empezar con «Parece que estabas muy disgustado antes cuando nos tuvimos que ir en mitad de tu juego. ¿Puedes pensar en alguna otra forma de decirme que estás disgustado la próxima vez?»
-También puedes hacer referencia a algunas de las cosas que dijo, «Oí que me decías algo sobre la merienda. ¿Hay algo de lo que quieras que hablemos ahora?»
-Nosotros como padres, también tenemos emociones. Está bien que se las expresemos, puedes decirle a tu hijo cómo te has sentido cuando se ha puesto así en el parque. Ten cuidado de no señalarle a él de vuelta, sino de centrarte sólo en cómo te afectó a ti. «Me duele cuando me dices que soy la peor mamá del mundo».
-Si perdiste la paciencia en el momento y reaccionaste mal, no pasa nada por admitirlo. No eres perfecta/o, y es bueno para tus hijos que puedan ver que tú también intentas trabajar para encontrar formas de calmarte, apaciguarte o serenarte en esos momentos.
Así es como realmente podemos enseñarles. La mente calmada puede aprender, puede procesar y practicar nuevos recursos. Tu hijo así, puede aprender a manejar grandes emociones y a responder de formas más amables y respetuosas la próxima vez.
Aline Hombravella- Psicóloga
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