
Stephen Porges – Traumas Procesos neurológicos/físicos Alterados en Niños y Adultos
- On 19 mayo, 2021
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- adultos, alterados, neurológicos, niños, procesos, psicologia, traumas
Stephen Porges (S.P.) Científico de la Universidad de Indiana y profesor de psiquiatría la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill.
Trabajo con niños y adultos con procesos neurológicos/físicos alterados o traumas psicológicos.
Durante más de cinco décadas S.P. ha estado estudiado nuestra fisiología, que influye en los procesos mentales y en el comportamiento.
Durante este periodo ha estudiado a personas, incluidos niños autistas que tienen problemas para regular su comportamiento y sus emociones.
Basado en sus investigaciones, ha desarrollado esta teoría: la regulación neuronal de nuestros órganos corporales influye en nuestras respuestas emocionales y en nuestro comportamiento hacia los demás y hacia el ambiente.
Muchas personas con procesos neurológicos/físicos alterados tienen dificultad para regular su comportamiento y sus emociones.
Su reacción inicial a la amenaza es generalmente de rabia, irritabilidad o agresión que puede ser expresada como un enfado incontrolado. Estas respuestas constituyen una reacción de lucha o huida que pueden ser difíciles de manejar.
Su investigación ha encontrado líneas paralelas entre el sistema autonómico, el sistema que controla la respuesta de lucha y huida y el funcionamiento de nuestros órganos, y dificultades con el aprendizaje y la socialización.
Esencialmente si no podemos regular nuestro estado fisiológico, no podemos socializar y conectar con otros.
Basado en esto, su equipo ha desarrollado una terapia auditiva que puede ayudar a los niños con procesos neurológicos/físicos alterados a encontrarse suficientemente seguros para conectar con el mundo.
A lo largo de los años, ha escuchado a padres y profesores de niños con dificultades y su objetivo es: un deseo ferviente de ayudar a los niños a mejorar su comportamiento y la regulación de éste, evitar las dificultades como la ansiedad, el comportamiento oposicional, la rabia incontrolable o la frustración, las pataletas, la hipersensibilidad, la disociación y el déficit de atención.
Sin embargo, la comunidad científica no ha proporcionado mucha ayuda para lograr estos objetivos.
Los tratamientos primarios para estos procesos neurológicos/físicos alterados se basan en drogas desarrolladas para la ansiedad o la hiperactividad o el déficit de atención que pueden mejorar el comportamiento difícil. Desafortunadamente, estas mismas drogas también impiden las interacciones espontáneas para la conexión social.
Las terapias del comportamiento pueden ayudar a los niños a desarrollar algunas habilidades, pero están limitadas y no enseñan a los niños a regular sus emociones y sus comportamientos.
Nosotros los científicos a menudo hemos tratado a estas personas como si solamente no quisieran escuchar o controlar su comportamiento sin darnos cuenta que ellos son incapaces de hacerlo.
Este punto de vista asume que el tratamiento que emplea recompensas y castigos ayudará a las personas con estos desarreglos. Pero estos modelos de refuerzos son relativamente ineficaces para promover interacciones sociales espontáneas y controlar las emociones.
La esperanza de S.P., es proporcionar nuevas herramientas para ajustar el estado autonómico de estos niños. Y de esta forma, potenciar su habilidad para regular sus emociones, iniciar comportamientos espontáneos y aprender a mejorar su función cognitiva.
La Teoría Polivagal
El sistema nervioso autónomo controla las funciones corporales inconscientes como el latido del corazón, la respiración y la micción, además de la respuesta de lucha y huida.
Basado en sus investigaciones, ha propuesto que el sistema funciona como una plataforma neuronal que facilita o impide varios tipos de comportamiento, desde interacciones sociales espontáneas, a comportamientos agresivos y oposicionales o completo cierre del sistema.
Su hipótesis está basada en la teoría Polivagal que ha desarrollado y nombrado así porque se focaliza en dos vías vagales; esto es, una colección de fibras neuronales que regulan el sistema nervioso autónomo. Estas fibras nacen en un nervio craneal muy importante conocido como el Vago, que son responsables de las funciones de la mayoría de los órganos y modula la relación bidireccional entre estos órganos y el cerebro.
La teoría ofrece una explicación del por qué de algunos rasgos importantes de estos trastornos como las dificultades sociales, las disfunciones del estómago y la sensibilidad sensorial. También proporciona estrategias que pueden ayudar a minimizar la severidad de estos rasgos.
Está basado en la idea de que la evolución ha tenido una influencia muy grande en cómo nuestro cerebro responde a la amenaza.
El sistema nervioso autónomo de los vertebrados como los reptiles tiene circuitos que permiten dos tipos de comportamientos defensivos: movilización, para apoyar la respuesta de lucha o huida, o inmovilización -congelarse o hacerse el muerto de forma involuntaria, con una pérdida de conciencia y de tono muscular- para minimizar la detección.
Con la evolución de los mamíferos, parte de ese sistema nervioso autónomo se integró en canales neuronales que controlan los músculos de la cara y de la cabeza. Esta nueva rama tiene un atributo muy importante que permite el control y la regulación de otros dos sistemas más primitivos. De forma funcional, este nuevo circuito, por medio de la información de los circuitos más primitivos, se convirtió en un facilitador del comportamiento pro-social. También puede regular estos otros mecanismos más antiguos para permitir el movimiento en un contexto de seguridad social, como el juego. O puede cambiar a la respuesta de inmovilización de defensa frente al miedo hacia una respuesta de momento de calma e intimidad -sentirse seguro y a salvo en los brazos de una persona.
Este nuevo circuito es más relevante para comprender estos procesos neurológicos/físicos alterados desde la teoría Polivagal.
Los canales vagales que se activan en este nuevo sistema emergen desde una parte del Bulbo Raquídeo que ayuda a controlar los músculos de la cara y de la cabeza, incluyendo los músculos de la expresión facial, ingestión, el habla y la escuchar. Este sistema ha ido evolucionando en los mamíferos para dar señales a los miembros de la misma especie, vía la vocalización y las expresiones faciales, de que es seguro el acercamiento y el encuentro social.
Funcionalmente, el sistema puede desactivar respuestas defensivas y promover sentimientos de seguridad y de confianza; puede ralentizar el latido del corazón, inhibir la respuesta de lucha o huida y permitir que todo el sistema nervioso pueda hacer la digestión. Apagar este sistema tiene como resultado muchos de los rasgos asociados con estos trastornos, incluyendo la ausencia de expresión facial, entonación pobre de la voz y del ritmo, hipersensibilidad al sonido, comida selectiva, problemas del estómago y una propensión para permanecer en un estado defensivo.
Porque somos animales sociales, muchas veces buscamos parejas o cuidadores de confianza para encontrar claves de seguridad, pero estos niños no son capaces de reconocer o responder a estas claves. Su sistema de conexión social puede estar deprimido: su cuerpo detecta claves de peligro y no claves de seguridad en la conexión social.
Este estado de defensa crónica puede también interrumpir la función de los órganos viscerales -posiblemente explicando por qué los problemas de estómago y cardiovasculares son tan comunes en estos niños.
Música para los oídos:
Durante los pasados 20 años, el equipo de S.P. ha desarrollado y testado una intervención acústica, comercializada con el nombre de Protocolo de Seguridad que está desarrollado para promover la interacción social. Usando procesamiento de ordenadores, han modificado la música vocal para amplificar los cambios en la entonación que las personas generalmente sienten como claves de seguridad. Los resultados suenan algo así como una madre cantando una nana.
En un estudio en 2013, probaron que escuchar este audio durante una hora 5 días seguidos, normaliza el procesamiento auditivo y aumenta la regulación vagal del corazón. Después, en un estudio randomizado en 2014, probaron que el método disminuye la hipersensibilidad auditiva y mejora el habla espontánea, la organización del comportamiento y el control emocional. El año pasado, se consiguió una patente para la tecnología en la que está basada la intervención. La patente incluye un derecho sobre la estimulación acústica del nervio vago.
Su equipo sigue comprobando la efectividad de esta intervención en niños con procesos neurológicos/físicos alterados, pero también con otros con el síndrome de Prader-Willi. Los datos preliminares de estos estudios en marcha son consistentes con hallazgos anteriores.
A través de un mejor conocimiento de cómo el sistema nervioso autónomo responde a claves de seguridad y amenaza, planean diseñar terapias eficaces y de bajo coste que puedan retunear las funciones autonómicas y optimizar el encuentro social en niños con estos síndromes.
Traducido por: María Cervera, Consultora y Supervisora EMDRexpertos.com
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